domingo, 11 de marzo de 2012

Anuncios chorras ¿Pero esto qué es?

¡Dín, dan, diridán!¡Yo le doy la mano a Pablo, a mí me da la mano Laura, a Laura se la da mamá...! ¿Lo habéis visto? ¡Seguro que sí! Es el anuncio en el que, al final, el padre le da la mano... ¡Sí!¡A un oso polar gigante!
¿Estamos gilipollas o qué?¡Papá le dará la mano, pero el cabrón del oso seguro que se la arranca!¡Que se lo va a comer seguro, que es un oso salvaje!¡Que nos están diciendo desde hace años que están en extinción por falta de alimento! Se come a papá, fijo.
Lo de los anuncios es algo que ya llega a un límite de estupidez que no tiene explicación ¿Somos todos gilipollas?¿Nos pueden vender cualquier cosa si nos "sorprenden" con la historia más ridícula que se les pueda ocurrir?
No os perdáis tampoco a los "artistas" de Línea Directa. Es que es de lo más y no tienen desperdicio: montan un show en una pista de hielo este invierno pasado (se anunciaban por la radio e invitaban a la gente a ir de público. Gratis, por supuesto: era publicidad), sacan a cuatro capullos disfrazados y les obligan a ponerse en la situación más psicodélica y surrealista que puedan imaginar ¡para que te pases el seguro del coche con ellos! Pero ¿Han visto ellos los anuncios? No imagino a nadie en el mundo que vea esos engendros y diga: "Coño, me han convencido. Voy a contratar el seguro del coche con esta gente, que parece muy seria". ¡Venga, coño!
A lo mejor no lo has visto, pero hay uno en el que sale un fulano preguntándole ¡a la palanca de cambios! y lo más gracioso es que el tolai disfrazado de palanca, sobre patines, completamente tapado y sobre el hielo, solo atina a decir una y otra vez: "¡Cambia, cambia!". Les daban algo antes, fijo. Si no, no se explica.
La culpa es nuestra, si hubiéramos quemado en la hoguera al primer capullo que tuvo la ocurrencia de traer del futuro a una pedorra que solo sabe quitar manchas con lejía en lugar de traer la cura del sida, mejor nos iría:
¡Vaya huevos! Si al menos hubiese venido del futuro cinco minutos antes, habría podido impedir el pollo que monta el tío manazas con el bogavante, pero ni eso: trae lejía.
Ahora, los que llegaron a las más altas cotas de miseria creativa fueron aquellos que en los años noventa tuvieron los santos cojones de contratar al peor actor del mundo para semejante tragedia ¿lo reconoces? ¡Pues no lo comentes con nadie! Actualmente ha rehecho su vida y afortunadamente nadie recuerda ya sus antiguas fechorías:


Si es que esto de la publicidad está fatal, lo que yo te diga...

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