sábado, 28 de abril de 2012

Dios nos libre del día de las alabanzas.

Hoy he visto un vídeo muy "divertido" de unos padres que han pasado nueve años (¡!) filmando el crecimiento de su hijo semanalmente y montándolo en un vídeo en el que se aprecia el crecimiento del chaval a lo largo de ese tiempo.
El vídeo se puede ver aquí: un niño.
Existen otros similares hechos a base de fotos diarias, pero iguales en esencia: una niña.
...
El caso es que cuando casi sin querer -como todo el mundo- un día me convertí en padre, siempre quise hacer algo así: filmarlos día a día y observar su crecimiento y cambios, marcar su crecimiento en la pared sobre un árbol pintado por mí que crecería con ellos según su estatura cada cierto tiempo y mostraría sus frutos, hojas y nuevas ramas igual que ellos, tratar a base de fotos y vídeos de aferrar cada momento y cada anécdota de su inicio en el mundo; sus primeros pasos por supuesto, pero también sus primeras meteduras de pata, la primera vez que se te cagaron encima y la primera vez que le arrearon una hostia a otro niño por cualquier tontería... controlar -en definitiva- sus primeros pasos por la vida...
Ahora  veo que era una gilipollez egoísta: su vida (como la nuestra) es solo suya y deben crecer con sus propias circunstancias como siempre ha sido sin que unos padres controladores y toca-pelotas se sientan semidioses y se recreen en su obra que, a fin de cuentas es de la naturaleza, no suya.
Estos vídeos tan "científicos" han hecho su trabajo: me han terminado de abrir los ojos y confirmar lo que ya sabíamos. Los padres somos solo el vehículo imprescindible para que otras personas crezcan y se desarrollen como tal. Llegará el día (y llegará) en que tú solo serás una pérdida para ellos, un recuerdo que más vale que sea positivo. Llegará el día en que tu vida se haya convertido en la proyección antes y el complemento después de la de ellos y solo sea tuya en el plano más íntimo.
Existe un dicho familiar que reza así: "dios nos libre del día de las alabanzas". Parece ser que era una de las frases lapidarias y certeras del abuelo Daniel, tan cierta y oportuna como la que más. Pero,

Llegará el día de las alabanzas, amigo, y entonces serán todas para ti, pero no podrás escucharlas.

Personalmente, creo que es mejor disfrutar de cada momento disponible y recordar lo mejor que vaya quedando de eso, no tratar de absorber cada minuto y cada vivencia de alguien que, a fin de cuentas, es otra persona.
Si quieres recordarlos cuando eran débiles y te necesitaban es que eres tú quien necesita algo. Ahora veo que la memoria es frágil y no consiste en recordar, sino en echar de menos lo que te gustaría recordar. Echar de menos los buenos momentos que no podrás recuperar con quien no puede ya dártelos, ya sea porque ha crecido y se ha convertido en otra persona o porque esa persona cumplió su tiempo y ya no está para ese trabajo.
Los niños de hoy son los adultos que nos enterrarán mañana (a mí no, ya sabéis que después de repartir los pocos órganos que sigan funcionando a quien los necesite debéis quemarme y echarme al Cantábrico o comerme en un banquete de despedida mezclado con sushi con todo el personal borracho perdido... esto último es más difícil de hacer pero oye, sería una verdadera muestra de afecto. Si eso se diera, lamentaría mucho que no pudiese verlo ni por un agujerito, coño... Algo malo tiene que tener el ser tan puñeteramente ateo).
Quizás los acontecimientos de la última semana me ayuden a pensar tan "profundamente", pero me alegro de que después de haber pasado por una pérdida que quizás sea una de las más importantes que he sufrido en los últimos 22 años mantenga un poquito de buen humor y no me deje llevar por sentimentalismos, supersticiones y, sobre todo, depresiones existencialistas, que el reino de los cielos está lleno de gente y a cambio de cincuenta pavos, todos nos convertimos en el buen ladrón ("en verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso y todo ese rollo... pero paga, cabrón")
La vida está siempre en movimiento, ¡participemos de ella y disfrutémosla!
Un gran filósofo que conocí personalmente solía decir antes de irse a la cama: "In te, Domine, speravi; non confundar in aeternum", lo que digo yo que no viene a explicar nada pero que, o esperas que te coma el tigre y estás perdido y te encomiendas a un poder superior del que íntimamente desconfías, o aunque el tigre te vaya a comer eso no es lo que de verdad importa y te ríes de todo. Al menos, eso quiero pensar yo.
En fin, Serafín, no necesitamos retener ni comprender cada momento, vivámoslo y olvidémoslo sin saber por qué si es necesario, pero vivámoslo y disfrutémoslo. Después, quizás sea tarde.

P.D.: No sé si el mensaje de esta entrada es tan desenfadado y optimista como quería, pero aún así, sirva como homenaje a aquellos que siendo buenas personas, no necesitaron tomar nota ni registro de cada cosa buena que ocurrió en sus vidas y que procuraron disfrutarlas y hacerlas disfrutar a los que con ellos las compartieron. Angel, Petra, Joaquín y, sobre todo, Ignacio, Luis y Eduardo... Si la inmortalidad existe, es en el recuerdo de los vivos... por eso os hablo directamente.

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