domingo, 6 de mayo de 2012

Si dejan pasta, ni las bombas matan.

¡Vente a Alemania, Pepe!, ¡Bienvenido, Mr. Marshall!, ¡Que inventen ellos!... ¡¿Yo qué sé?!
Aquí: una pandilla de paletos que le chupan la polla a un mafioso para quedar bien.
Aquí: un grupo de "políticos" que se hacen la foto a cambio de la promesa de 300 puestos de trabajo (por decir algo, me da igual si son 3.000. Desde luego, tres millones no van a ser).
Aquí: unos cuantos subnormales profesionales (políticos de derechas que no conocieron a Franco pero a cuyos padres les fue bien durante su "reinado") que creen que venderse al capital cediendo terreno y derechos y quebrantando leyes para el primer timador que aparece prometiendo cosas es ser buen gestor...


Pues eso: resulta que había que votar a Rajoy para obtener automática y mágicamente la confianza de los mercados. Era necesario cambiar de gobierno para atraer las inversiones. Era imprescindible apoyar al PP para que, de la noche a la mañana, todo volviese a ser el país de Nunca Jamás...
Pues eso: NUNCA JAMÁS.
Ahora dependemos en Madrid de que un chorizo internacional que tiene negocios turbios en Las Vegas y en Asia decida o no poner una ciudad de casinos sin ley que los controle, donde las leyes de inmigración no valgan, donde la ley anti-tabaco no sirva para nada y donde, en definitiva, pueda hacer lo que quiera para dar a cambio cuarenta puestos de botones, trescientos de camarero y tres mil de puta para maquillar las listas del paro en esta comunidad. Y eso, porque los camellos seguirán prohibidos, que serán los que más ganarán después del colega éste. Si los camellos cotizaran, los de las Barraquillas y los de la Cañada Real pagarían impuestos para asfaltar con platino la autovía de Valencia (la verdad, es que el tío más rico y feliz del mundo, debe ser el camello de Keith Richards, que debe llevar toda la vida con el negocio y el cabrón no revienta nunca pero ése no paga en Madrid... lástima)
Pues eso: que por mi parte, que se lleven los casinos a donde les dé la gana, pero no creo que sean necesarios en ninguna parte. Hace años querían hacer algo parecido en Los Monegros, pues vale, si les mola... Pero personalmente creo que más nos valdría comerle la "cabeza" al señor Hewlett, al señor Packard o incluso al señor Hyuawei. Si fuese necesario estaría más de acuerdo, antes que volver a vender el rollito de país de servicios, de folclore y pandereta, de playa y vacaciones y de camareros y bailaores/as.
En fin, Serafín: se acabó el ladrillo que propusieron y ahora volvemos al rollo "ponga usted lo que quiera aquí, que si yo me llevo lo mío, todo va bien".
Menos mal que el colega éste ya se murió, si no, le veríamos retozar por Alcorcón hoy en día para convencer al americano de que todo está bien, como ya lo hizo en su día en la playa para demostrar que hasta las bombas nucleares no son peligrosas si el dinero que dejan es suficiente...



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