domingo, 23 de octubre de 2011

¿A quien va usted a creer?

Resulta que esta semana ha sido movidita. Se han cargado al tirano de turno (Por cierto, me sigue pareciendo increíble cómo donde no hay petróleo no pasa nada como en Marruecos y donde le pueden tocar la moral a Israel sólo se entrulla al presidente para acallar conciencias como en Egipto. Sin embargo, donde está la pasta se envían aviones y barcos y se ayuda a despellejar al que haga falta para mostrar luego el fiambre y que los catetos se hagan fotos con el móvil, pero ese es otro asunto).
Decía que se han cargado al tirano del momento, los de ETA dicen que van a ser buenos y el mundo parece mejor y eso, aparte las tragedias más reales y menos manipuladas todavía como la irreparable pérdida de un deportista hoy mismo (cualquier pérdida es irreparable).
Pero si queréis noticias en plan Informe Semanal (y por triplicado) no dejéis de leer otro estupendo blog que se llama Periodistas en extinción, que hoy no estoy yo para estas cosas.


A lo que vamos: resulta que el otro día, gracias a un Powerpoint muuuuuuy facha que recibimos por e-mail en esta santa casa, descubrí que en el cerro de los ángeles (va en minúsculas, sí. No son faltas de ortografía: es un cerro y los ángeles no son los de California), monumento equívoco y misterioso, decía, que define y preside la ciudad donde vivo había un lema tallado en piedra que decía:
"VENÍD A MÍ TODOS LOS QUE TRABAJÁIS Y VIVÍS AGOBIADOS, QUE YO OS ALIVIARÉ"


De modo que me dije: "Ostias, ¡ahí es donde tengo que ir yo, pero ya!". Y, manos a la obra allí que me planté ayer.
El problema es que no tuve mejor idea que subir en bici, de modo que cuando conseguí llegar arriba (no se puede decir que sea Contador ni Indurain) no solo no se me quitó el agobio, sino que, en su lugar, lo que había perdido era el resuello, me cago en la leche.
Y es que no puede ser. Se empeña uno en querer que las cosas sean como le dicen que tienen que ser a base de fe (en algún dios, en el sistema capitalista, en la vidente de tele-tócamelasballsmybrother) y, al final, los que manejan el cotarro son los que se lo levantan y tú te quedas como estás y, encima, sin respiración y con cara de tonto.
Yo, que conste, sólamente quería quitarme el agobio, pobre de mí. A cambio, me queda la demostración (una vez más) de que no se puede fiar uno de nada de lo que cualquier gilipollas haya escrito antes. Sobre todo si no le conoces. Y esto sirve para un monumento político-religioso igual que para la forma de cada quién de dar una noticia (No dejéis de leer esto aunque sea antiguo) y, por descontado, para esto que lees.
Todos están empeñados en salvarte y todos tienen su verdad. Lo que no te dicen, de entrada, es qué coño quieren de tí a cambio, pero suele ser algo importante, como poco tu alma (y los curas, por su lado, a veces también otras cosas).
Y nunca te dejarán en paz ni unos ni otros mientras obtengan beneficio.
De modo seguiré alerta, no vaya a ser que venga cualquier capullo salvapatrias y me salve de mi propia ignorancia o peor, me mande directo al cielo de los justos por mi propio bien.


Ya lo dijo el profeta del único dios verdadero, el sentido del humor: "¿A quien va usted a creer?, ¿a mi, o a sus propios ojos?"
Buenas noches.

No hay comentarios:

Publicar un comentario